La Participación Familiar
- stevepedrazaweb
- 31 may 2018
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 10 sept 2020
La participación familiar es una forma de expresión del ejercicio democrático que podemos encontrar en la sociedad contemporánea.

La participación familiar es una forma de expresión del ejercicio democrático que podemos encontrar en la sociedad contemporánea. Esta está caracterizada por la confluencia de estilos comunicativos que son promovidos al interior del sistema, para facilitar la libre expresión de emociones, pensamientos, creencias y desacuerdos en torno a un punto específico.
Todo sistema familiar genera dinámicas estructurales que lo constituyen como unidad independiente y diferenciada del resto de los sistemas. Estas dinámicas se constituyen a partir de la confluencia entre la cohesión, la adaptabilidad y la comunicación, siendo esta última el eje central de la participación al interior de la familia. En la medida que la comunicación se hace factible se facilita la construcción de escenarios de diálogos funcionales que promueven la posibilidad para la concertación y el establecimiento de acuerdos dirigidos a movilizar el sistema familiar, y por ende, el sistema social (Pedraza, 2014).
En coherencia con estas ideas, Hernández (2001 y 2004) señala que la comunicación entre padres e hijos se constituye en un factor fundamental para el avance evolutivo del sistema, porque ella es el vehículo a través del cual se transmiten las instrucciones que orientan a los niños, niñas y adolescentes, se les expresa afecto, y se resuelven los problemas de la convivencia.
Al respecto, organismos internacionales como Unicef (2006) han señalado que cuando educamos a los niños, niñas y adolescentes para que participen y expresen su opinión contribuimos a la formación de sociedades más democráticas que buscan soluciones a conflictos sobre la base del diálogo y al respeto de las posiciones contrarias. La participación y la expresión son valores esenciales en una comunidad libre de violencias, por lo tanto, todos(as) estamos comprometidos(as) a inculcarlos a las futuras generaciones.
Freire (1997), desde el contexto del aprendizaje dialógico, indica que la única forma de aprender participación es promoviendo la participación. Por lo tanto, el trabajo con la familia debería entonces estar orientado a estimular el buen trato, la expresión de las opiniones y la escucha entre sus miembros.
En este sentido, las familias democráticas invitan a los niños, niñas y adolescentes a la imitación de comportamientos asertivos, apertura comunicativa, dialogo colectivo y escucha diferencial. La educación en participación promueve así la construcción de órdenes de funcionamiento más amplios y no excluyentes (Pedraza, 2014).
Comportamientos asertivos: conductas estructuradas que buscan trasmitir un mensaje claro, coherente, apropiado y directo.
Apertura comunicativa: condiciones del entorno que favorecen la libre expresión de las emociones, pensamientos y creencias.
Diálogo colectivo: proceso de interacción entre un grupo de individuos que promueve la concertación y la integración.
Escucha diferencial: capacidad perceptiva que facilita la comprensión de las distinciones inmersas en el discurso del otro.
Por otro lado, en la educación en participación, el contexto familiar ayuda a definir, establecer o clasificar el significado de lo dicho y delimita lo que puede decirse; incluye todas las claves no verbales, las categorías de hablante y oyente, la acción que llevan a cabo, el sistema lingüístico que emplean o conocen, lo que persiguen con ese acto del habla, sus actitudes mutuas, los roles sociales adscritos a los comunicadores, el tipo de relación que tienen entre sí, y sus actitudes frente a las normas, obligaciones y costumbres (De Shazer, 1986).
A su vez, desde la pragmática de la participación, se reconoce que la utilización del lenguaje no se reduce a producir un enunciado, sino que es a la vez la ejecución de una determinada acción social que produce ciertos efectos sobre los interlocutores (Watzlawick, 1987).
En definitiva, la participación humana puede darse en todos los ámbitos de la vida: familiar, social, político, religioso, entre otros. Esta acción no se limita a una expresión oral, sino que incluye todas las formas de expresión aceptadas socialmente. La participación familiar no es más que una representación del acto humano inherente a la socialización, la vinculación y la democratización.
“Toda conducta es comunicación y toda comunicación implica un compromiso”
Watzlawick
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